El tema dormir para mí siempre ha sido de lo más difícil de la maternidad. Y ya no digo el tema dormir, sino el tema SUEÑO INFANTIL.
Me parece complicado. Las siestas, los horarios, los pasamientos de rosca, los despertares nocturnos, las asociaciones y los cambios. Y cuando por fin encuentras la forma que te funciona y llega un poquito de «estabilidad»… ZAS, otro cambio.
Y los cambios algunas veces son por las temidas «regresiones de sueño», que viene a ser el cerebro evolucionando y cambiando los patrones de sueño constantemente, pero otras veces son acontecimientos de cambios (inicio etapa escolar, llegada de un hermanito a casa, cambio de domicilio…), hitos del desarrollo (inicio gateo/andar, lenguaje, dentición…) o un simple virus que les deja «vuelta al aire».
Como veis, todas estas cosas están continuamente sucediendo en la vida de un niño así que viene a ser algo así como «de oca a oca» o «no salir de una para meterse en otra». Estoy segura de que todas las mamás que me leen me entienden. Sí.
Bastante tenía yo con esto… y llega el día en que ME QUEDO SOLA PARA DORMIR A DOS CRIATURAS! Dios mío, pero es imposible! Pues no lo es, pero sí muy difícil. Y como me habéis preguntado varias veces cómo lo he hecho cuando me he quedado sola pues os lo voy a contar:
Nota: esto es una experiencia personal, como siempre, lo que me sirve a mí puede no servirte a ti. Pero igual te ayuda o te entretiene leerlo 😉
A partir de las 20h en nuestra casa «iniciamos» la rutina de noche. Consiste en: cenar, bañar y dormir (para Nora todavía solo bañar y dormir).
A esa hora bajamos las persianas de toda la casa y bajamos también la intensidad de la luz, además, paramos cualquier juego excitante que pueda estar ocurriendo (pelotas, cosas con ruido, juegos de moverse mucho) y recogemos los juguetes. Todo esto tiene como objetivo «bajar el ritmo de Joel» , que es un niño bastante movido.
Cuando me quedo sola hago esto mismo y le doy de cenar. Mientras, Nora está en la hamaquita o en la mochila o en la silleta o en cualquier lugar que se queden un ratito vuestros bebés.
Después, hacemos un baño rápido (de momento solo de Joel, ese día Nora no se baña porque al ser muy bebé todavía se baña a parte…cuando se siente les bañaré a los dos a la vez y «creo» que será más fácil este paso).
Una vez Joel se ha bañado, le visto, le doy un mini masaje y le voy contando que ahora me tiene que ayudar a dormir a «la hermana», porque estamos solos y si no, no voy a poder, necesito de su ayuda. Como ya ha presenciado esto de «dormir a la hermana» muchas veces, lo va entendiendo y sabe cómo lo hacemos.
Así que apago prácticamente las luces de toda la casa, dejo sólo una súper tenue en el salón y otra de esas de enchufe en el pasillo de las habitaciones.
Entonces pongo a Nora en la mochila y cojo a Joel de la mano, y los dos vamos paseando por la casa. Cantamos una canción, la misma canción que uso siempre para dormir a Nora (es una nana de dos frases inventada por mi, ninguna canción mágica). A veces pongo ruido blanco también.
Y en cinco minutos están los dos dormidos… fin. Jaja que no!!
Joel tiene solo dos años y medio, de vez en cuando se despista y coge algo del suelo o da golpes en los marcos de las puertas con algo que lleva en la mano… (para eso el ruido blanco me viene muy bien), es importante entender que es pequeño y no puede estar concentrado en la tarea de dormir a su hermana porque no tiene edad para ello, pero yo por eso, cuando hace unos metros bien le voy agradeciendo por ayudarme y así le voy reforzando.
En algún momento, más o menos entre la media hora-45’ probablemente con la ayuda de la teta también, Nora se duerme. La intento dejar en su cunita y, si me sale bien ya estoy libre para irme a dormir a Joel, que se tumba en su cama y me quedo con él contándole cuentos hasta que se queda frito.
Bien, este es el plan que yo tengo en la cabeza cuando inicio la “misión dormir a los dos”, pero puede haber varias variantes:
1- Joel despierta a Nora con algún ruido/chillo cuando ya estaba dormida (bastante frecuente) y el proceso se alarga más de la cuenta. ¿Qué hacer? Intentar no enfadarte. Digo intentar porque he comprobado que enfadarse despierta más a Nora y enfada a Joel que ya no le parece tan guay el juego de “dormir a la hermana”.
2- Al dejar a Nora en la cuna desde la mochila, se despierta (es un momento crítico en el que apretamos el culo para que no pase nada, pero muchas veces pasa). ¿Qué hacer? Volver a meterla en la mochila y seguir el peregrinaje casero. No hay otra.
3- Durante el paseo, Joel está tan cansado que se sale de la procesión y se tumba en su cama, con tan buena suerte de quedarse dormido (esto me pasó la última vez que me quedé sola). ¿Qué hacer? Dar gracias al karma por tan maravilloso acontecimiento y seguir sola con la procesión. Importante no hacer un bailecito ni ningún gesto de celebración para no despertar al bebé que porteas.
4- Se despiertan los dos a la vez una vez finalizado el proceso. ¿Qué hacer? Esto es lo más difícil porque tienes dos opciones: empiezas de nuevo o llamas al padre y le dices que vuelva a casa inmediatamente 😆
Requisitos para poder implementar este método:
– Los dos niños tienen que tener sueño. Parece obvio pero ojo a la última siesta.
– Tener en mente que, probablemente estés más de una hora con todo esto, porque si te propones hacerlo rápido, hasta luego.
– No enfadarte con el mayor porque no “te está ayudando bien”. Dormir al bebé es tu tarea, no la suya, pero si lo convertimos en un juego y le vamos reforzando cuando lo hace bien, sentirá que participa y probablemente te ayude de verdad.
Y así es como yo lo hago! Durante el día me es más fácil dormir a Nora en la mochila mientras Joel hace algo de ruido jugando o mientras ve un poco los dibujos. Pero durante la noche hay que “bajarles el ritmo” obligatoriamente porque, si por ellos fuera, nunca dormirían. ¿Os suena, verdad?
Espero que os haya ayudado o simplemente entretenido leerlo!